jueves, 17 de noviembre de 2011

A LAS SIETE


Mientras escribo vigilo,
cacerolas y sartenes,
el olfato tengo fino
y en las manos llevo aceite.

El caldo siempre con sal,
pimienta, ajo, laurel,
por la ventana el mar,
y en la mesa un clavel.

A las siete los olores
se cuelan por las rendijas,
lentejas, ricos sabores,
mermeladas y torrijas.

Se chamusca el solomillo,
burbujea el café,
la maestra del Librillo,
sus letras pone a cocer.